LAS PERSONAS SANADAS SANAN A OTRAS PERSONAS: EL PODER SILENCIOSO DEL TRABAJO INTERIOR

Cuando decimos «las personas que han sanado sanan a otras personas», no es un eslogan. Es un llamado a la acción. Incluso un reto. No solo nos enfocamos en arreglar el mundo —las escuelas, los sistemas violentos, los niños que sufren en diferentes lugares del mundo—, también consideramos de vital importancia reconocer primero que la verdadera transformación comienza más cerca de casa. Comienza en nuestro interior.

Eso no es una carga. Es una gran oportunidad.

Por qué es importante tu sanación

Cada persona lleva consigo historias escritas antes de que tuviera palabras, historias moldeadas por la dinámica familiar, el estrés infantil, momentos de abandono, traición o pérdida. El estudio sobre experiencias adversas en la infancia (ACE) del CDC reveló que casi dos tercios de los adultos estadounidenses reportan al menos un evento traumático significativo antes de los 18 años. Y el trauma no es solo una cicatriz emocional, sino que literalmente remodela el cerebro, el cuerpo y los sistemas de creencias.

Pero hay algo que es igualmente cierto: la sanación también nos reconfigura.

La neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para cambiar, no es solo una curiosidad científica, sino una promesa inherente. La sanación interrumpe los patrones de dolor heredados, no solo en tu propio sistema nervioso, sino también en tus relaciones, la crianza de los hijos y tu liderazgo. Los estudios en epigenética sugieren que incluso la expresión genética puede alterarse a lo largo de generaciones mediante intervenciones de sanación (Yehuda et al., 2016).

Como escribe Francis Weller: «Cuando nos hemos encontrado con el extraño interior, ya no somos extraños para el mundo».

Cómo es realmente la sanación

Dejemos de lado el misterio: la sanación no es un día de spa ni una gran revelación. A menudo es un trabajo lento, torpe y poco glamuroso. Es sentarse con un recuerdo en lugar de huir de él. Es elegir la curiosidad en lugar de la crítica cuando tu cuerpo se tensa o tu mente da vueltas. 

El psiquiatra y experto en traumas Dr. Bessel van der Kolk nos recuerda que «el cuerpo lleva la cuenta». Pero el cuerpo también tiene el mapa para repararse. La sanación nos invita a volver a familiarizarnos con ese mapa.

Aquí hay algunas formas en las que comienza el trabajo interior:

Observa tus desencadenantes. Son pistas, no defectos de carácter.

Escribe un diario sin censura. Prueba con preguntas como: ¿Qué necesitaba de niño y no recibí?

Prueba prácticas somáticas. Las técnicas de respiración, yoga o conexión con la tierra ayudan a reconectar el cuerpo y la mente.

Busca apoyo. No todo el mundo tiene traumas, pero todo el mundo tiene puntos ciegos.

Como enseña el Dr. Gabor Maté, el trauma no es solo lo que te sucedió, sino lo que sucedió dentro de ti como resultado de ello.

Encuentre personas seguras con las que caminar

La sanación es personal, pero no es algo que se haga solo.

Ya sea que busques terapia, orientación espiritual o amistad, las personas que invites a tu proceso de sanación son importantes. Busca a aquellas que:

Vean tu humanidad antes que tus «problemas».

Hagan preguntas reflexivas, sin imponer respuestas

Respeten tu ritmo y tus límites

Te den un ejemplo de regulación en lugar de reflejar el caos

Encontrar un buen terapeuta, especialmente uno formado en el tratamiento del trauma, puede ser transformador.

Un consejero espiritual saludable te guiará hacia la plenitud, no hacia la vergüenza. Estará más interesado en tu integración que en tu sumisión.

Y luego están los amigos, los héroes silenciosos de la sanación. Busca a aquellos que puedan acompañarte en tus momentos difíciles sin intentar arreglarlos. Como dice la investigadora y autora Brené Brown: «La empatía no tiene un guion. No hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo. Se trata simplemente de escuchar, dar espacio, no juzgar, conectar emocionalmente y comunicar ese mensaje increíblemente sanador de "no estás solo"».

El contagio de la sanación

Hemos visto cómo el trauma se transmite a través de las familias. Pero la sanación también puede hacerlo.

Este es el poder de la corregulación: la forma en que los sistemas nerviosos responden entre sí. Un adulto tranquilo puede, literalmente, ayudar a calmar a un niño. Un líder con los pies en la tierra ayuda a todo el equipo a respirar con más facilidad. Las neuronas espejo de nuestro cerebro se hacen eco de las emociones de quienes nos rodean. Cuando te muestras sanado, aunque sea de forma imperfecta, das permiso a los demás para que hagan lo mismo.

Las investigaciones sobre la educación sensible al trauma demuestran que cuando los maestros utilizan herramientas de estabilización y seguridad relacional, el comportamiento de los niños mejora, no porque se les haya «disciplinado», sino porque se sienten lo suficientemente seguros como para aprender. Lo mismo ocurre con la crianza de los hijos, las relaciones de pareja e incluso el lugar de trabajo.

La sanación no solo se propaga, sino que se multiplica.

Empieza justo donde estás

Quizás sea la primera vez que realmente te planteas tu propia sanación. Quizás llevas años trabajando en ello y simplemente estás cansado. En cualquier caso, aquí tienes algunos pasos a seguir:

Nombra un patrón que estés listo para romper en tu vida.

Acude a alguien de confianza. Pide que te recomienden un terapeuta. Envía un mensaje de texto. Queda para tomar un café.

Descarga una práctica de relajación (como la respiración profunda con el abdomen o el método «5-4-3-2-1»).

Di no a una cosa que te agota y sí a una cosa que te renueva.

Recuerda: la sanación no es lineal. Es cíclica. Y eso está bien.

Las personas que han sanado sanan a otras personas, no por ser perfectas, sino por estar presentes.

Cada capa de sanación a la que te comprometes se convierte en un lugar acogedor para que otros puedan aterrizar. Cada verdad que recuperas resuena en el cuerpo de otra persona: si ellos pueden, tal vez yo también pueda.

Así que respira. Empieza. Una y otra vez, si es necesario. El mundo necesita lo que solo tú, una vez sanado, puedes aportar.

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